Perdonemos como queremos ser perdonados

Por Sheryl Boldt

¿Cuántas veces te has arrepentido de tu comportamiento grosero o irreflexivo? ¿Cómo afecta tus relaciones cuando tus acciones no reflejan a tu Salvador?

¿Qué pasaría si la persona a la que ofendiste te ofreciera rápidamente perdón y gracia? ¿Su acto de gracia hacia ti cambiaría el resultado? Del mismo modo, aquellos que son groseros y desconsiderados con nosotros también podrían beneficiarse si fuéramos más rápidos en ofrecerles misericordia, en lugar de aferrarnos a nuestros rencores.

Pidámosle a Dios que nos ayude a practicar el versículo de esta semana con tanta frecuencia como quisiéramos que otros lo practicaran con nosotros. Efesios 4:32 (NVI) dice: “Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios os perdonó a vosotros en Cristo”.

¿Qué pasa si la persona que nos lastimó rápidamente se arrepintió de sus acciones? ¿No hemos actuado de una manera menos que la de Cristo con alguien, pero debido a nuestro orgullo o vergüenza, nunca encontramos el coraje para corregirlo?

¿Qué pasaría si viéramos a quienes nos lastiman como personas imperfectas, pero de buena voluntad? La forma en que necesitamos desesperadamente que otros nos vean.

Esta semana, mientras meditamos en Efesios 4:32, pidamos a Dios que nos ayude a recordar las veces que ha perdonado nuestras faltas, y que nos ayude a ser tan pacientes y misericordiosos con los demás como lo es con nosotros. ¿Puedes pensar en una mejor manera de ayudar a aquellos que nos han lastimado a comenzar a sanar de su propio comportamiento arrepentido? ¿Puedes pensar en una forma más honorable de comenzar la reconciliación que elegir la gracia?

Cuanto más agradecemos a Dios por Su infinita gracia y misericordia, más podemos reflejar nuestra identidad en Él con aquellos con quienes compartimos la vida. Apuntemos a hacerlo bien. Busquemos destruir el plan del enemigo para evitar que experimentemos una forma de vida mejor y más parecida a Cristo.

Estoy absolutamente asombrada de cuánto me ama Dios, incluso en mis peores días. Su amor me hace querer amar mejor a los demás, incluso en sus peores días.

Oremos:

Padre, gracias por Tu infinita misericordia hacia mí. Ruego que Tu amor por (y en) mí me obligue a perdonar a los demás de la misma manera que Tú me perdonas a mí. Amén.

Sheryl H. Boldt escribe ficción y no ficción para niños y adultos. Sus devocionales semanales han aparecido en periódicos de todo el sur desde 2014. También es autora del blog, www.TodayCanBeDifferent.net. Conéctese con ella en [email protected].

Entradas relacionadas