Por Nelsi Rossi https://sanidadespiritual.com/ Yo mismo apacentaré (alimentaré) a mis ovejas y las llevaré a reposar. El Señor DIOS lo ha dicho así. (Ezequiel 34:15) Cuando usamos la imagen mental de un lugar de paz, lo más común que podríamos ver es un campo poblado con árboles frutales, hermosas cascadas de…

Por Nelsi Rossi https://sanidadespiritual.com/

Yo mismo apacentaré (alimentaré) a mis ovejas y las llevaré a reposar. El Señor DIOS lo ha dicho así. (Ezequiel 34:15)

Cuando usamos la imagen mental de un lugar de paz, lo más común que podríamos ver es un campo poblado con árboles frutales, hermosas cascadas de agua cristalina, una vegetación verde donde recostarnos a descansar. Vemos compañerismo, provisión, seguridad… ¿Así lo logras ver tú también?

Indiscutiblemente, si hablásemos de un lugar geográfico, esa sería la descripción ideal para un lugar de paz. Sin embargo, por cuanto el Señor ha usado una analogía para hacernos comprender la importancia de su provisión, quisiera que consideráramos lo siguiente:

Al inicio del capítulo 34 del libro del profeta Ezequiel, el Señor hace una amonestación a los pastores de Israel encargados de alimentar a sus ovejas. Les amonesta fuertemente porque habían descuidado el rebaño que les había sido encomendado y solamente se estaban alimentando a sí mismos.

Hoy sigue esta palabra hablando a nuestros corazones. Sigue tan vigente como en el tiempo que la profetizó el profeta Ezequiel, pues, Dios con voz fuerte nos alerta sobre la gran necesidad de alimentar a un pueblo hambriento y a estimular el apetito de quienes han perdido el interés.

Pero, ¿Qué sucede si quienes hemos sido encargados de llevar el alimento no lo hacemos? Bueno, ¡Dios mismo lo hará sin nuestra intervención! Porque su provisión no podrá ser obstaculizada por causa de nuestra negligencia. 

Dios mismo tomará cuidado de sus ovejas. Les dará un lugar para que se recuesten en paz. Buscará a las perdidas y las traerá sanas y salvas de regreso a casa. Vendará a las heridas y fortalecerá a las débiles.  

Si tú eres oveja de Dios y estás hambriento, o si has perdido el apetito por la Palabra, hay una Buena Noticia para ti: ¡Dios mismo te dará de comer!

Esta es la excelencia del cuidado pastoral de nuestro Padre Celestial: Después que nos da de comer (apacentarnos) nos lleva a reposar. Lo cual indica que, para nosotros no habrá reposo si antes no hemos recibido de Dios el alimento.

Dios es quien nos alimenta y nos lleva a reposar. Él está con sus ovejas en las dos experiencias: Cuando las alimenta y cuando obtienen el reposo. 

¿Podrá un alma hambrienta encontrar reposo?… ¿Podrá tener Paz?

Dame de comer Señor, vengo a ti con urgencia,

Quiero recibir el alimento que tú me ofreces.

Necesito vital nutrición hoy y todas las veces,

Para poder disfrutar el reposo de tu presencia.

Por cuanto hoy poseo tan grande galardón,

Me deleito con los cuidados de mi Señor.

Gracias por alimentarme con tu tierno amor,

Estar en tu reposo es mi suprema bendición.

Mi alma te anhela, te anhela en cada respirar,

Crece mi gratitud meditando en tus cuidados.

Quiero ser apacentada por tus tiernas manos,

Mientras tanto me conduces a donde reposar.

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