Cultivando Esperanza
By Silvia Carcamo Z. | [email protected]
Compartir en comunidad, en familia, en pareja, asistir a quienes más lo necesitan, recrearnos, practicar lo que te relaja o simplemente estar; contemplar la naturaleza, cultivar la espiritualidad y estética, disfrutar de los bienes culturales y de otros dones recibidos son experiencias que le confieren más positivismo y sentido a la vida. Sin embargo, abrumados por la actividad de cada día pareciera que les dedicamos poca o casi ninguna atención a todas estas maravillas que nos regala Dios en nuestras vidas.
Buena parte de nuestros días se consumen en propósitos instrumentales: quehaceres domésticos, crianza, cuidados, traslados, productividad laboral, trámites, esperas y una larga lista de actividades. Asimismo, la invasión de pantallas, redes, espectáculos y ofertas de todo tipo no sólo han ido colmando los espacios físicos, visuales, sonoros y, por ende, nuestra vida mental, sino también parecieran estar asfixiándonos el alma y la capacidad de trascender más allá de la vorágine cotidiana.
Es evidente que los ritmos de vida se están acelerando vertiginosamente y que la existencia laboral, personal y social pareciera estar amenazada por demasiadas exigencias. Hemos ido perdiendo la capacidad de asombrarnos y de celebrar el privilegio de estar vivos y las posibilidades de explorar dimensiones fundamentales de la experiencia humana con Dios y nuestras familias.
Los años de pandemia, la emergencia climática, la irrupción de la inteligencia artificial y sus insospechadas consecuencias evidencian la fragilidad de la existencia y de las construcciones humanas. Nos enfrentamos a un futuro inmediato inquietante, un tanto desolador, marcado por la incertidumbre y el escepticismo, la duda a que si nos ira bien oh no.
En este escenario, cabe preguntarse ¿qué espacio, qué tiempo estamos dando para cultivar la esperanza y la confianza en Dios para nuestras vidas?
En lo personal eh aprendido que confiar es mas que estar positivos, debemos dar un paso y activar nuestra mente de una manera tan positiva que activa nuestro cuerpo y podemos ser creativos, Cultivar la esperanza te permite tener capacidad para planear.
Esperanza no es solo confiar en que el mañana estará a nuestro favor. Es también permitirnos actuar trazando planes, ideando cambios con el fin de ser parte activa de ese cambio, de esa transformación venidera que será buena para todos, sin importar los cambios de climas, religión oh política alrededor de nuestra sociedad.
Cuando hay esperanza, la mente se orienta hacia un objetivo y le da sentido a la espera. En el momento en que nuestro cerebro activa dicho enfoque, fuerza y emoción dan forma a la capacidad para planear, para trazar estrategias y rutas con las que poder superar la situación presente. Mantener una visión realista pero positiva de las cosas, amplía nuestras perspectivas vitales y esa es una habilidad que todos deberíamos mejorar.
La Biblia enseña que la esperanza es un don del Espíritu Santo que nos anima a vivir con confianza en Dios y en sus promesas. La esperanza es un fundamento de la fe, un ancla del alma y un principio de promesa que nos conduce a la paz, la misericordia, el gozo y la alegría
La esperanza nos anima y nos fortalece. Esto hace que nos alegremos. “También por medio de Jesús, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios”.47 Nuestra esperanza nos anima a ser valientes y compartir nuestra fe; ¡los que tenemos esperanza no podemos evitar ofrecer esa misma esperanza a aquellos que la necesitan!
Así que hoy usted y yo podemos aprender más a tener fe y esperanza y ayudar a otros a obtener esa esperanza “.48 El salmista también escribió, “Sean mi protección la integridad y la rectitud, porque en ti he puesto mi esperanza”.4 seamos justos, ayudemos, animemos y sobre todo amemos para que también podamos recibir de las bendiciones que Dios tiene para cada uno de nosotros por medio de la fe y la esperanza, este es el modelo que Dios ha establecido en su Palabra.
El principio de la esperanza se extiende por todas las eternidades, pero también puede sostenernos a lo largo de los desafíos cotidianos de la vida. “Bienaventurado es aquel”, dijo el salmista, “cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios” (Salmos 146:5).
Cultivemos nuestra esperanza y fe para una vida mejor. Bendiciones.