¿El arrepentimiento está haciendo de tu mundo un lugar más oscuro?

Por Sheryl Boldt Luché con el odio hacia mí misma y todo lo que conlleva desde mi adolescencia. Basé mi autoestima en lo que hice o no logré o en lo que otros pensaban de mí. La implacable necesidad de ser amada y aceptada me llevó a relaciones poco saludables,…

Por Sheryl Boldt

Luché con el odio hacia mí misma y todo lo que conlleva desde mi adolescencia.

Basé mi autoestima en lo que hice o no logré o en lo que otros pensaban de mí. La implacable necesidad de ser amada y aceptada me llevó a relaciones poco saludables, que me dejaron cicatrices emocionales. Cada vez que me lastimaban, mi mundo se oscurecía.

Mis arrepentimientos parecían superar las cosas buenas que había hecho, por un gran margen. Para cuando tenía veintitantos años, la oscuridad emocional se cernió sobre mí. Sabía que si no comenzaba (de una vez por todas) a confiar en Dios, la oscuridad se apoderaría de mí.

Busqué consejería cristiana y pasé mucho tiempo orando y leyendo mi Biblia. Me encontré con el Salmo 18:28. No era la primera vez que leía este versículo, pero esta vez, su mensaje “tomó”. Dice: “Porque eres tú quien enciende mi lámpara; el SEÑOR mi Dios ilumina mis tinieblas” (ESV). Me aferré a este verso. Deseaba desesperadamente que Dios iluminara mi oscuridad.

Fue por esta época cuando aprendí el valor de meditar en las Escrituras.

Meditar (reflexionar) regularmente sobre las Escrituras cambió mis pensamientos.  Me ayudó a ver las cosas de otra manera. Yo era hija de Dios, amada y valorada incondicionalmente. Sabía que Dios me había perdonado por mis decisiones destructivas y mis intentos suicidas. Finalmente comprendí que mi Padre celestial tenía un propósito para mí. Esta comprensión me dio una perspectiva más brillante de mi vida y de mí misma.

Al final, me di cuenta de que necesitaba que Dios cambiara mi corazón. Oré para que Él me ayudara a desearlo a Él y su amor por mí más que el amor y la aprobación de quienes me rodean. Eventualmente, incluso pude amar y perdonar a quienes me habían lastimado.

Hoy, cuando mantengo la Palabra de Dios en el centro de mi pensamiento, estoy más saludable, más feliz y más concentrada. Más como la persona que rezo para ser. La persona que Dios me creó para ser.

¿Qué pasa contigo? Si el arrepentimiento está haciendo de tu mundo un lugar más oscuro, esconder la Palabra de Dios en tu corazón lo invitará a aparecer justo en medio de tus circunstancias, tus relaciones, incluso en tus pensamientos.

Al comenzar a preparar nuestros corazones para la Pascua, considere pedirle a Dios que alcance las áreas de su vida que lo necesitan desesperadamente. Permite que su presencia ilumine tu oscuridad.

Sheryl H. Boldt es la autora del blog, www.TodayCanBeDifferent.net. Conéctese con ella en [email protected].

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